3 de septiembre, domingo:
De Olagüe a Leazkue -unos 3 km- se
camina por una carretera poco transitada, luego por una pista pedregosa entre
robles hasta cruzar el río Mediano. Continuamos avanzando por el lindero de un
bosque pasando junto a una casa abandonada y grafiteada hasta llegar a Burutain
al que no entramos. El tramo entre
Endriz y Olaiz transcurre por una ladera atravesando bosques de pinos que lo
hacen particularmente agradable y hermoso, hasta encontrarnos con el río Ulzama donde
comienza un camino asfaltado, pegado al río, que nos lleva a la población de
Sorauren, donde hemos quedado con Miguel y Roberto, y a la que accedemos
cruzando el puente medieval de cuatro arcos.
Al otro lado del puente hay una
posada con grandes mesas bajo las arcadas de la terraza, es la hora del aperitivo
de un domingo soleado, por lo que el sitio está de bote en bote y no resulta
fácil hacerse con una especie de croqueta gigantesca (debe ser típica del
lugar) y unas cervezas. Repuestas las
fuerzas, retomamos la marcha por el parque fluvial del río Ulzama dedicado al
ocio y al deporte, con extensas praderas de hierba, barbacoas y zonas de
servicio, atravesadas por una pista de cemento por la que caminamos hasta Arre,
a 2 km de Pamplona, donde comemos en un restaurante próximo.
La comida ha sido distendida,
tranquila, parsimoniosa diría yo, y aún nos queda un buen tramo hasta el centro
de Pamplona. Dos kilómetros más adelante cruzamos el puente medieval de la
Trinidad conectando con el Camino Francés y adentrándonos en Villava, cuna del
gran Indurain, enseguida Burlada y pronto estamos a las puertas de Pamplona
tras recorrer un bonito paseo siguiendo el curso del río Arga que salvamos por
el puente de La Magdalena y las murallas por el Portal de Francia. Ya estamos
aquí.
Roberto y Miguel han realizado una
fantástica labor de apoyo y, tras varias peripecias, han conseguido alquilar un
moderno, amplio y cómodo piso en la calle del Carmen, en el mismo centro de
Pamplona, desde donde nos disponemos a visitar esta preciosa ciudad.
Entornos de la catedral, calles Mercaderes y
Estafeta, plaza del Ayuntamiento, plaza del Castillo, ...., son los lugares
emblemáticos que vamos recorriendo hasta detenernos en la cafetería Iruña para
visitar el entrañable y turístico rincón de Hemingway, y en cuya terraza
degustamos unos buenos pintxos acompañados de unas cuantas cervezas para acabar
relajadamente la jornada.
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